De aquí a una hora


Una habitación mísera

y un cuerpo pálido que no quiere sanar,

oleadas líquidas de sangre sin rumbo

entre mis dientes como caries malignas,

el sol de mi cuerpo que me hace delirar,

estoy sin sentir…


¿Quién se atrevió a dibujarme

acostada por el resto de mi vida?


Un ligero paneo:

la manta azul,

una silueta inmóvil,

un iris violeta.


Todo sigue igual.


La parca se rebela

ante mis sollozos,

los que he venido acumulando

en la caja musical de la abuela,

le di cuerda y los he dejado salir,

pero ella como estatua

sostiene mi reloj de arena

que parece nunca acabar.


Pero hoy destruyo ese cuadro viejo

de autor desconocido,

hoy le arrebato de sus manos

mi reloj,

hoy me despido

de la comida en gotas,

del manto azul,

y una vez más le digo hola

al iris violeta,

hoy le hago frente a ese olor farmacéutico

y me dejo llevar,

obligando a la rebelde.

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