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Carta a un muerto

El silencio es el verdadero crimen de la humanidad. Mauricio Rosencof Tu tumba es lo único físico que poseo para recordarte, porque no me queda nada tuyo, ni siquiera una foto, ni si quiera tu cuerpo sepultado. Sólo una lápida de cemento con tu nombre, con tus fechas, con una frase religiosa esperanzadora. Pero eso me basta, porque todo lo tuyo se perdió en esa noche. Te me perdiste tú. A veces, en esos días donde tu ausencia me golpea más el alma, pienso que si no me hubiera ido, tú seguirías con vida. Pero tuve que irme, tuve que dejarte. Porque acá, no había dinero para la comida, para la ropa, para sanar las enfermedades, no había dinero para nada. No sé porque nunca llevé una foto tuya, es que jamás pensé que cuando regresara no te vería o que me encontraría con esto. Y cuando me fui, nadie creyó que el León ganaría. Y mucho menos que la neblina se llevaría a esas personas que vagabundeaban a altas horas de la noch

Alquiler

Alquilo unos cuantos pensamientos vacíos Para esas noches De abrumadora soledad. Alquilo algún sentimiento barato Para no sentirme tan fría En esas noches propicias De calor humano. Alquilo unas cuantas miradas encontradas Para no olvidar la impresión De ese chispear entre mis manos, Cuando esas noches infelices Me albergan el alma. Alquilo algunos besos perdidos Para recordar esos labios Que sabían deshacer en esas noches El veneno acumulado, En la ponzoña De mi corazón. Alquilo una silueta varonil, Para cuando no pueda tener la tuya En esas noches De excitación sexual. Alquilo algunos recuerdos prestados Porque ya ni los míos son propios, Sobre todo en esas noches De profunda tranquilidad. Alquilo, alquilo, alquilo. Alquilo absolutamente todo Porque ya no me queda nada mío, Porque tú te robaste la mercancía de mi barco, Cuando arribé en el puerto de tus incomodidades. Y me dejaste naufragar, A la orilla de tu torso Hasta que esa agua blanquecina Que emana de tu cuerpo Me llevó al olv

Vicio

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Lo admito! Mis vicios son pecados inconfundibles, despues de la media noche un remordimiento postumo recorre la habitacion, me dejo caer, muero en la eternidad. Soy culpable, no me castigues, porque mi vicio es cometer mas vicios.

El mundo de Insania

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Es una de esas noches bohemias donde el baile, el alcohol y el opio están presentes. Me dirijo al bar de la esquina, aquel de madera con estilo colonial ese que se llama Insania. El interior está alumbrado por faroles y las mesas con velas. No tiene sillas sino sillones de cuero negro. Hay un cantinero que se luce con su espectáculo de llamas alcoholémicas. Y una tarima semi-redondeada con un micrófono para cantar, recitar, leer, para lo que se quiera. Y ahí está él, sentado esperándome con la pipa en la mano. Me acerco, me saluda, lo saludo. La música de fondo es lo único que se escucha, el silencio incómodo perturba. Rompo con un qué tal esa monotonía silenciosa. Y él me contesta: nada. La función empieza con la lectura de un poema de Roy Sigüenza, se escuchan los aplausos y a continuación las intervenciones. Interesantes, por cierto. Aún no es mi turno, sigo esperando con el nerviosismo alborotado. Estoy en la tarima frente a ellos, frente a él. Recito: Aguas marinas bañan tu cuerp

SENTIDOS

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MIRO EL GOTEAR DE UN NAUSEABUNDO OLOR A MUERTE, RESPIRO LA CALIDEZ DE SU MANTO, DESGUSTO EL SONIDO DE SU LLAMADO, TOCO SU IMPALPABLE FIGURA, OIGO EL FRÍO SABOR DE SU LLEGADA. MUERO.

Tráfico

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Es una rutina diaria la vida de Carmen, todos los días de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, siempre era igual, el embotellamiento vehicular, la noche estrepitosa, las luces de la ciudad y la mirada distraída a través del vidrio de la ventanilla del carro. Ahí está ella sentada al volante sosteniendo con su mano la palma robusta de Fernando, el semáforo ahora en verde, vira la cuadra y a unas cuantas calles se estaciona frente a su edificio. Se besan, las manos se articulan con el cuerpo, el sudor se mezcla forman uno en una dualidad insaciable. La puerta del apartamento se abre destempladamente, la mano de él recorre la pierna de ella como si buscara algo, la blusa en el piso, los cuerpos desnudos sobre la cama, consumiendo la pasión refrenada de ella por años. Un ruido bruscamente los interrumpe. Piiiiii!! Piiiiii!! Piiiiii! Piiiiii! Suenan las bocinas de los autos, la mirada perturbada de Carmen regresa hacia el frente, se escucha su respiración entre cortada y una gota de

C2 H5 OH

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Creación ficticia de ensueño  De polvo fino (al-kuhl), que en un tiempo embelleciste ojos árabes,  pero la alquimia  lo destiló,  lo fermentó  y transformó  en el deleite de placeres Dionisiacos, producto de la vid, el trigo, el mezcal...  Combinado con delicias del paladar  nació la ebriedad para la humanidad.    Platón conocía de sus peligros y le dedicó unas palabras durante El Banquete.    Todos los toman en comidas y celebraciones, hasta el cura en la misa.  Los humanos se le postran, unos pocos le reniegan, y quienes se someten a su mirada de ámbar, culto a Dionisio le rinden y Apolo se enoja.    Tus efectos desorbitan, las acciones se vuelven ajenas, la mente alada recorre mundo ficcionales, una máscara invisible  transforma al infeliz,  al alegre espontáneo,  hasta al conservador  lo aleja de su moral.  Vagabundean, vagabundeo  por los bares, recorro las calles  a Dionisio alabo.  Me someto a tu mirada, a gozar de tus placeres,  a beber y pedir más  sin que me importe que la