Yippie, así te decían, porque eras excéntrica, peculiar y sobre todo porque emanabas un aire de rareza, tu apodo lo sacaron de hippie. Te recuerdo muy bien, desde la primera vez que te vi, siempre fuiste diferente de todos y en todo. En aquella ocasión usabas un pantalón de rayas, una franela blanca y tu cabello era corto como el de un hombre, de tonalidad morado y usabas muchas pulseras, aún no había notado tus tatuajes, excepto por la mariposa en tu hombro y la luna en tu cuello. Te miraba desde lejos, es que llamabas la atención, todos los presentes habían ido muy formales y tú estabas así vestida, no encajabas o tal vez ellos eran los que no encajaban. Te acercaste y pude notar el pirsin de tu nariz, sonreíste sardónicamente pero no pude entender lo que insinuabas y sólo te alejaste como una ligera pluma elevada por la brisa. Al cabo de un rato se me acercó una morocha bonita de ojos verdes y me preguntó –la conoces , le contesté que sí, pero ella sabía de antemano que ment...