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Mostrando entradas de septiembre, 2009

El mundo de Insania

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Es una de esas noches bohemias donde el baile, el alcohol y el opio están presentes. Me dirijo al bar de la esquina, aquel de madera con estilo colonial ese que se llama Insania. El interior está alumbrado por faroles y las mesas con velas. No tiene sillas sino sillones de cuero negro. Hay un cantinero que se luce con su espectáculo de llamas alcoholémicas. Y una tarima semi-redondeada con un micrófono para cantar, recitar, leer, para lo que se quiera. Y ahí está él, sentado esperándome con la pipa en la mano. Me acerco, me saluda, lo saludo. La música de fondo es lo único que se escucha, el silencio incómodo perturba. Rompo con un qué tal esa monotonía silenciosa. Y él me contesta: nada. La función empieza con la lectura de un poema de Roy Sigüenza, se escuchan los aplausos y a continuación las intervenciones. Interesantes, por cierto. Aún no es mi turno, sigo esperando con el nerviosismo alborotado. Estoy en la tarima frente a ellos, frente a él. Recito: Aguas marinas bañan tu cuerp...

C2 H5 OH

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Creación ficticia de ensueño  De polvo fino (al-kuhl), que en un tiempo embelleciste ojos árabes,  pero la alquimia  lo destiló,  lo fermentó  y transformó  en el deleite de placeres Dionisiacos, producto de la vid, el trigo, el mezcal...  Combinado con delicias del paladar  nació la ebriedad para la humanidad.    Platón conocía de sus peligros y le dedicó unas palabras durante El Banquete.    Todos los toman en comidas y celebraciones, hasta el cura en la misa.  Los humanos se le postran, unos pocos le reniegan, y quienes se someten a su mirada de ámbar, culto a Dionisio le rinden y Apolo se enoja.    Tus efectos desorbitan, las acciones se vuelven ajenas, la mente alada recorre mundo ficcionales, una máscara invisible  transforma al infeliz,  al alegre espontáneo,  hasta al conservador  lo aleja de su moral.  Vagabundean, vagabundeo  por los bares, recorro las calles  a Dion...